sábado, 28 de julio de 2012

Visita de la superiora general de las misioneras de la caridad al Seminario mayor de Guayaquil


MENSAJE DE LA HERMANA MARY PREMA

9 julio de 2012
Rev. Padre.
Mis queridos hermanos.
Ruego, que sea capaz de darles el mensaje, que nuestra madre Teresa quisiese  darles a ustedes.
Dios, Padre, los ha elegido para ser Jesús  para las personas de nuestro mundo hoy.
Permitan al Espíritu Santo que los forme en Jesús.
Es dificultoso crecer en el espíritu de silencio. En el silencio de vuestro corazón vosotros habláis  y escucháis  a Jesús.
Dios los ha amado primero y les ha dado el regalo de la fe.
En el estudio comprenderán su fe mejor y en la oración su fe llegará a ser la roca fundamental de su vida como presbíteros. Empezarán a pensar con la mente de Jesús, empezarán a Amar con el Corazón de Jesús.
Jesús está en constante dialogo con su Padre y el Padre le muestra todo.
En su oración y dirección espiritual recibirán la luz para conocerse a si mismos. Llegarán a ser más y más simples, confiados y humildes.
Jesús es muy demandante. El no quiere algo de ti. El te quiere a ti. Todo lo que tú eres y  tienes. El te ruega le entregues tu familia, amigos, tu historia personal y en especial tus pecados.
Nuestra Madre Teresa solía decir, que todo lo que tenemos  Dios nos lo ha dado. Pero el quiere que nosotros le entreguemos algo que él no nos dio: Nuestros pecados.
Jesús quiere que le pertenezcáis completamente. Solo de esta forma  El puede usaros para su Reino.
Un día un periodista preguntó a Madre Teresa: “¿Qué lugar le da usted a Jesús en su vida?  La Madre respondió: Yo le  doy todo el lugar.
Entre más se llenen de Jesús, mas disfrutarán de la libertad de tu vocación.
Nuestra Madre era muy estricta en el cuidado del silencio y en la custodia de los sentidos, la mente y el corazón.
Guarden su vista, con la búsqueda de la belleza y bondad de Dios en todas partes. Elijan no exponerse ustedes mismos a las cosas pecaminosas y adictivas que se les ofrecen en el internet  y en los medios. Guarden sus oídos, para que puedan oír la voz de Dios y el llanto de los más pobres y afligidos.
Cuiden su lengua y digan sólo las  cosas buenas que puedan alabar y dar gloria a Dios.
Silencien su mente permaneciendo constantemente en la presencia de Dios, evitando mentiras, juicios precipitados, pensamientos vindicativos y sospechas de otros.
Cuiden su corazón para que amen a Dios con todo su corazón, con toda su alma, con toda su mente, con todas sus fuerzas y amen a los otros con el Corazón de Jesús.

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