Responder con generosidad y prontitud a la voz de Cristo
«La finalidad de la Iglesia es la propagación del Reino de Cristo, para hacer partícipes a todos los hombres de la redención» dijo hoy el Sucesor de Pedro, en su saludo a los peregrinos de lengua española, después de la oración mariana dominical del Ángelus en Castel Gandolfo.
«En el evangelio que nos propone la liturgia en este domingo, vemos a Jesús que llama y envía a los apóstoles a predicar la conversión» Dijo Benedicto. Y concluyó: «Animo a todos los miembros de la Iglesia, y de modo especial a los laicos, a responder con generosidad y prontitud de corazón a la voz de Cristo, para unirse más íntimamente a él y colaborar en su misión salvífica».
En la reflexión previa a la oración del Ángelus, el Papa habló de San Buenaventura de Bagnoregio, franciscano, Doctor de la Iglesia, sucesor de San Francisco de Asís en la conducción de la Orden de los Frailes Menores, cuya memoria se celebra el 15 de julio. « Él –dijo el Papa- escribe la primera biografía oficial del “Pobrecillo”, y al final de su vida fue también Obispo de la Diócesis de Albano.
Refirió también Benedicto que San Buenaventura escribe: «Confieso… que la razón que me hizo amar la vida del beato Francisco es que ella se asemeja a los inicios y al crecimiento de la Iglesia».
«Estas palabras nos reenvían al Evangelio de hoy», dijo el Papa y afirmó que: Francisco de Asís después de su conversión, practicó al pie de la letra el Evangelio, llegando a ser un testigo fidelísimo de Jesús; y asociado de modo singular al misterio de la Cruz, fue transformado en “otro Cristo”, como propiamente San Buenaventura lo presenta».
Texto completo de la alocución del Papa antes del rezo del ángelus:
¡Queridos hermanos y hermanas!
En el calendario litúrgico el 15 de julio es la memoria di San Buenaventura de Bagnoregio, franciscano, Doctor de la Iglesia, sucesor de San Francisco de Asís en la guía de la Orden de los Frailes Menores. Él escribió la primera biografía oficial del Pobrecillo, y al final de su vida también fue Obispo de esta Diócesis de Albano. En una carta suya, Buenaventura escribe: «Confieso ante Dios que la razón que me ha hecho amar más la vida del beato Francisco es que ella se asemeja a los inicios y al crecimiento de la Iglesia» (Epistula de tribus quaestionibus, en Opere di San Bonaventura. Introducción general, Roma 1990, p. 29). Estas palabras nos remiten directamente al Evangelio de este domingo, que presenta el primer envío en misión de los Doce Apóstoles por parte de Jesús. «Jesús llamó junto a sí a los Doce – narra san Marcos – y comenzó a enviarlos de dos en dos (...). Les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni dinero en la faja; sino: «Calzar sandalias y no llevar dos túnicas» (Mc 6, 7-9). Francisco de Asís, después de su conversión, practicó a la letra este Evangelio, llegando a ser un testigo fidelísimo de Jesús; y asociado de modo singular al misterio de la Cruz, fue transformado en «otro Cristo», tal como lo presenta San Buenaventura.
Toda la vida de San Buenaventura, así como su teología tienen como centro inspirador a Jesucristo. Esta centralidad de Cristo la encontramos en la segunda Lectura de la Misa de hoy (Ef 1, 3-14), el célebre himno de la Carta de San Pablo a los Efesios, que comienza así: «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo». El Apóstol muestra por tanto cómo se ha realizado este designio de bendición, en cuatro pasajes que comienzan todos con la misma expresión «en Él», referida a Jesucristo. «En Él» el Padre nos ha elegido antes de la creación del mundo; «en Él» tenemos la redención mediante su sangre; «en Él» nos hemos convertido en herederos, predestinados a ser «alabanza de su gloria»; «en Él» cuantos creen en el Evangelio reciben el sello del Espíritu Santo. Este himno paulino contiene la visión de la historia que San Buenaventura ha contribuido a difundir en la Iglesia: toda la historia tiene como centro a Cristo, que garantiza también novedad y renovación en toda época. En Jesús Dios ha dicho y dado todo, pero puesto que Él es un tesoro inagotable, el Espíritu Santo jamás termina de revelar y de actualizar su misterio. Por tanto, la obra de Cristo y de la Iglesia no retrocede, sino que siempre avanza.
Queridos amigos, invoquemos a María Santísima, a quien mañana celebraremos como Virgen del Monte Carmelo, a fin de que nos ayude, como San Francisco y San Buenaventura, a responder generosamente a la llamada del Señor, para anunciar su Evangelio de salvación con las palabras y, ante todo, con la vida.
En lengua francesa el Papa se refirió al periodo estival que permite a muchos tomar un tiempo de reposo. “Este periodo puede ser también un momento favorable para reflexionar sobre la propia vida y para disponer el corazón a los demás y a Dios”. El Santo Padre invitó a todos a estar atentos a aquellos que sufren la soledad y el abandono, que están en las calles, en los hospitales y asilos de ancianos. “No dejen de visitar a estas personas. A ejemplo de la Virgen María sean portadores de la Buena Noticia”.
En inglés, recordando el Evangelio del día en el que Jesús da a los discípulos la autoridad para predicar y expulsar demonios, el Pontífice invitó a continuar fundamentando nuestras vidas en Cristo para ser también nosotros “instrumentos efectivos del Evangelio”.
Al saludar a los peregrinos alemanes Benedicto XVI instó a “abrir nuestros corazones al Señor en la oración cotidiana para que su amor pueda crecer en nosotros cada vez más”.
A los peregrinos de lengua portuguesa, el Papa agradeció por las oraciones e invocó sobre todos los dones del Espíritu Santo para que “sean verdaderos testimonios de Cristo en medio a sus familias y comunidades”.
Al recordar a los peregrinos eslovacos -numerosos grupos de escolares con sus maestros y padres- este tiempo de vacaciones, el Santo Padre invitó a “aprovechar de este tiempo no sólo para el reposo sino también para templar las fuerzas del cuerpo y del espíritu”.
“Mañana celebraremos la memoria litúrgica de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo -la Madre de Dios del Escapulario. El beato Juan Pablo II portaba y estimaba tanto esta señal de personal entrega a Ella”… A todos sus connacionales – en Polonia, en el mundo, y a aquellos presentes hoy en Castelgandolfo – el Papa auguró que María, “la más buena de las madres”, envuelva con su manto en la lucha contra el mal, interceda en su súplica de gracia, y muestre los caminos que conducen a Dios.
Por ultimo Benedicto XVI saludó a los tantos grupos de peregrinos llegados de toda Italia, bendiciéndoles y deseándoles un buen domingo.
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