MENSAJE DE LA HERMANA MARY PREMA
9 julio de 2012
Rev. Padre.
Mis queridos hermanos.
Ruego, que sea capaz de darles el
mensaje, que nuestra madre Teresa quisiese
darles a ustedes.
Dios, Padre, los ha elegido para ser
Jesús para las personas de nuestro mundo
hoy.
Permitan al Espíritu Santo que los forme
en Jesús.
Es dificultoso crecer en el espíritu de
silencio. En el silencio de vuestro corazón vosotros habláis y escucháis a Jesús.
Dios los ha amado primero y les ha dado
el regalo de la fe.
En el estudio comprenderán su fe mejor y
en la oración su fe llegará a ser la roca fundamental de su vida como
presbíteros. Empezarán a pensar con la mente de Jesús, empezarán a Amar con el
Corazón de Jesús.
Jesús está en constante dialogo con su
Padre y el Padre le muestra todo.
En su oración y dirección espiritual
recibirán la luz para conocerse a si mismos. Llegarán a ser más y más simples,
confiados y humildes.
Jesús es muy demandante. El no quiere
algo de ti. El te quiere a ti. Todo lo que tú eres y tienes. El te ruega le entregues tu familia,
amigos, tu historia personal y en especial tus pecados.
Nuestra Madre Teresa solía decir, que
todo lo que tenemos Dios nos lo ha dado.
Pero el quiere que nosotros le entreguemos algo que él no nos dio: Nuestros
pecados.
Jesús quiere que le pertenezcáis
completamente. Solo de esta forma El
puede usaros para su Reino.
Un día un periodista preguntó a Madre
Teresa: “¿Qué lugar le da usted a Jesús en su vida? La Madre respondió: Yo le doy todo el lugar.
Entre más se llenen de Jesús, mas
disfrutarán de la libertad de tu vocación.
Nuestra Madre era muy estricta en el
cuidado del silencio y en la custodia de los sentidos, la mente y el corazón.
Guarden su vista, con la búsqueda de la
belleza y bondad de Dios en todas partes. Elijan no exponerse ustedes mismos a
las cosas pecaminosas y adictivas que se les ofrecen en el internet y en los medios. Guarden sus oídos, para que
puedan oír la voz de Dios y el llanto de los más pobres y afligidos.
Cuiden su lengua y digan sólo las cosas buenas que puedan alabar y dar gloria a
Dios.
Silencien su mente permaneciendo
constantemente en la presencia de Dios, evitando mentiras, juicios precipitados,
pensamientos vindicativos y sospechas de otros.
Cuiden su corazón para que amen a Dios
con todo su corazón, con toda su alma, con toda su mente, con todas sus fuerzas
y amen a los otros con el Corazón de Jesús.